(Versión en English)
Varias economías de mercados emergentes han recorrido un camino lleno de altibajos desde que en mayo pasado la Reserva Federal de Estados Unidos anunciara que replegaría, a su debido tiempo, el programa de compra de activos. Esto es otro recordatorio de lo susceptibles que siguen siendo estas economías a las condiciones económicas fuera de sus fronteras.
Hasta la fecha, gran parte de las fluctuaciones del mercado han sido de carácter transitorio. Pero los mercados emergentes ya conocen el desenlace final: las tasas de interés en las economías avanzadas a la larga subirán, reduciendo el financiamiento externo barato del que se han beneficiado hasta ahora. Y no es el único factor externo que está nublando las perspectivas de crecimiento de los mercados emergentes.
Un entorno mundial menos favorable
No prevemos que en las economías avanzadas el crecimiento retorne a los niveles alcanzados antes de 2008 gracias al auge basado en el crédito. Tampoco hay muchos indicios de que otro auge de las materias primas elevará las perspectivas de los exportadores de esos productos. En pocas palabras, las favorables condiciones externas que impulsaron a los mercados emergentes en los años previos a la crisis ya se han disipado, o se disiparán pronto, como en el caso del financiamiento externo barato.
En un blog anterior demostramos que en gran medida la desaceleración de las economías de mercados emergentes durante 2011 y 2012 obedeció a factores externos. ¿Pero cuál será el efecto fundamental de estas fuerzas externas en el crecimiento en los próximos tres a cinco años? ¿Qué países resultarán más afectados, y qué papel podrán cumplir las políticas?
Recurrimos a una amplia base de datos que abarca más de 30 años para analizar cómo las condiciones externas inciden en el crecimiento. Observamos que la combinación de tasas de interés más altas, precios más bajos de las materias primas y menor crecimiento en la economías avanzadas probablemente reducirá en alrededor de un 1% la cifra de crecimiento de una economía de mercado emergente que ocupe un lugar intermedio en el rango de apertura comercial y financiera (más sobre esto en un estudio de próxima publicación). No obstante, el impacto dependerá de las circunstancias y las políticas de cada país.
Crecimiento y condiciones externas
Las economías de mercados emergentes en las que el PIB se deriva mayormente de las exportaciones son más susceptibles a las variaciones del crecimiento en otras economías. Una merma de la demanda externa desencadena un doble golpe: a las exportaciones y a la inversión en sectores enfocados en la exportación. Observamos que en una economía de mercado emergente típica, el crecimiento disminuirá alrededor de ¾% por cada reducción de un 1% en el crecimiento de sus socios comerciales.
De igual manera, los países más integrados financieramente son más susceptibles a las variaciones de las tasas de interés mundiales. El agotamiento del gasto financiado con recursos externos arrastra al resto de la economía, y el efecto es considerable: un aumento de 1 punto porcentual en las tasas de interés real de Estados Unidos reduce en aproximadamente 0,1% el crecimiento en los mercados emergentes.
Los cambios repentinos o los shocks en el precio de las importaciones en relación con el precio de sus exportaciones —lo que se conoce como términos de intercambio— tienen un importante efecto a mediano plazo en los exportadores de materias primas minerales. Curiosamente, los países que en efecto dependen de esas materias primas no se ven afectados en el mismo grado, lo cual atribuimos a dos diferencias.
En primer lugar, en los exportadores de materias primas minerales la actividad económica está más concentrada, y el capital asignado específicamente a la extracción minera no puede reasignarse con facilidad a otros sectores cuando fluctúan los precios de las materias primas. Las economías más diversificadas, en cambio, pueden amortiguar el golpe en un sector reasignando los recursos menos especializados a otros sectores.
En segundo lugar, tras un auge de precios de las materias primas, pocos recuerdan que lo que sube tarde o temprano tienen que bajar. La economía se dedica a gastar, a menudo mediante préstamos que se conceden sobre la base de futuros ingresos derivados de las materias primas. Y cuando los precios de exportación dan un vuelco, el país se ve obligado a efectuar contracciones drásticas, que agudizan las fluctuaciones de los términos de intercambio.
La función de las políticas
Se observa entonces que las perspectivas de las economías de mercados emergentes varían según las condiciones externas. Pero las políticas desempeñan un papel a la hora de amortiguar el impacto de estas fuerzas. El margen de maniobra de los países dependerá de la manera en que hayan gestionado su política económica durante los años de prosperidad.
Los países con regímenes de tipo de cambio flotante son menos susceptibles a las variaciones de las tasas de interés mundiales. Un país con un tipo de cambio vinculado a la moneda de otro país y con una cuenta de capital abierta lo que hace, en efecto, es importar la política monetaria se ese otro país. Un endurecimiento de la política monetaria en las economías avanzadas se traducirá obligadamente en tasas internas más altas. Es por esto que el tipo de cambio flotante es la primera línea de defensa contra los shocks externos.
Un factor de incidencia es la forma en que los países gestionan los flujos de capital durante los períodos de tasas de interés bajas y dinero en condiciones favorables. Observamos datos que apuntan a que los episodios de crecimiento financiados a base de un deterioro de la cuenta corriente están seguidos de períodos de menor crecimiento. La forma de evitar déficits abultados en cuenta corriente y los consiguientes auges crediticios es compensando las entradas de capital de no residentes con salidas simultáneas de capital de residentes, capital al que podría recurrirse en el caso de un cambio de sentido de las entradas de capital. Las Perspectivas de la economía mundial del FMI demuestran que las políticas fiscales anticíclicas, los regímenes de metas de inflación, los tipos de cambio flexibles y la mayor solidez general de las instituciones son los factores que más propician una gestión adecuada de esos flujos.
En el caso de los mercados emergentes que dependen de las materias primas, las perspectivas variarán en función de la medida en que los países hayan ahorrado los ingresos extraordinarios durante los años de auge. Una vez descartado el efecto del gasto público, la reacción del crecimiento a mediano plazo ante las variaciones de los términos de intercambio se reduce considerablemente. Como lo documentan en su blog Adler y Sosa, una respuesta más mesurada del gasto público ante las alzas de los precios de las materias primas garantiza sostenibilidad fiscal y a la vez atempera la exuberancia del sector privado, lo cual evita un aterrizaje duro cuando al país se le acabe la buena fortuna.
Los próximos años plantean desafíos formidables para las economías de mercados emergentes, y no cabe esperar un retorno a las elevadísimas tasas de crecimiento de la última década. Muchas economías de mercados emergentes cuentan con las herramientas para hacer frente a este entorno más inhóspito y salir airosas. Ahondaremos en este tema en nuestro próximo estudio sobre el crecimiento en los mercados emergentes, basado en el seminario sobre mercados emergentes que se llevó a cabo durante las Reuniones Anuales de 2013 del Banco Mundial y el FMI.